J.P.J. (Scotta)
La carretera A-357 (Campillos-Málaga)
o la ruta del azahar o la carretera del Valle del Guadalhorce, se
proyectó allá por finales de los '80, para inaugurarla con motivo
de la Expo'92 de Sevilla. Llegó la Expo y la carretera estaba apenas
empezada y el presupuesto desvanecido. Se siguió presupuestando una
y otra vez con intereses finalistas y de finalización, pero los
presupuestos se volatizaban como el gas de la gaseosa vertida en un
tinto de verano. Al final, se inauguró en 2002. Total: con 10 años
de retraso. Si lo cantáse Carlos Gardel en un tango, sería una
minucia o si abandonamos el cero, así como el que no quiere la
cosa, sería una cifra insignificante, pero diez años de retraso,
para una carretera con varios presupuestos fundidos y repasados por
diferentes buchacas, ¡Ya les vale!
No habían pasado ni diez años, cuando
de pronto vemos en Campillos que nos cierran la A-357. Aunque no es
mucho tiempo, para un arreglo general, la verdad es que, los que
pasábamos a menudo por aquella carretera, veíamos como ciertos
tramos estaban bastante deteriorados y algunos hasta peligrosos. Se
ve que en esa, más de una década de construcción, también se
había escatimado lo suyo en material, o de calidad o de cantidad. La
carretera estuvo cortada más de tres meses. Tres meses que los
campilleros, tebeños, almargeños y cañeteros, tuvimos que tomar la
carretera dirección Antequera cuando queríamos abordar a Málaga.
El día que por fin la abrieron, me dispuse personalmente a
inaugurarla y con un amigo tomamos dirección a Málaga. No nos
extrañó que en principio no hubiese ningún atisbo de mejora en la
carretera, pues esos principios nunca habían estado deteriorados.
Seguíamos para adelante, Mayorazgo, cruce de Teba, cruce de
Peñarrubia y la carretera era la misma. Hasta que llegamos al cruce
de la carretera de Ronda. El cruce sí era nuevo y pensamos que a
partir de allí la abrían arreglado, porque más para adelante, era
cuando nos encontrábamos antes, con los baches y los hoyos en mitad
de la carretera. Nuestra sorpresa, salta cuando al poco tiempo de
pasar por el cruce, se corta la mejora y sigue el piso de la
carretera con su vejez anterior. No me lo puedo creer le dijo el uno
al otro, no se si mi amigo a mí o yo a mi amigo, la han arreglado
por sectores y vamos a ver ahora cuantos sectores y si no se han
dejado atrás alguno conflictivo. Nos equivocábamos de nuevo, los
baches, socavones y agujeros de la suvida de Ardales, dirección
Carratraca, un sector peligrocísimo, estaba intacto, y más para
adelante, los baches puntuales, casi siempre antes de entrar a los
diversos puentes, permanecían como reliquias del pasado. ¡Tres
meses para hacer un cruce! Increible. Aquello fue tan escandaloso que
a las dos semanas o menos, una máquina alquitranadora y una
cuadrilla de trabajadores, por la noche y a la bulla, alquitranaron
la subida de Ardales y parchearon el resto de la carretera. Pero ya
está y ya está, no pasó más nada, no se sabe si alguien pidió
responsabilidades y a quienes se les pidió si las hubo. No se supo
más nada, como los presupuestos del principio.
Y ¿A qué viene todo esto? Dirán
ustedes. Pues esto, lo voy ahora a enlazar con el accidente de
Santiago de la semana pasada y con el accidente del Spanair y con el
del metro de Valencia y con el del Prestige. Así se hacen las cosas
en este pais, así ganan los dineros que ganan las grandes empresas,
así ganan los dineros que ganan los políticos amiguetes. Y después
la culpa es del trabajador accidentado. Siempre la culpa es del
trabajador accidentado y si muere, mejor, más culpable todavía. Y
los medios especulando a favor de unos políticos o de otros, que por
supuesto, nunca tienen responsabilidades, aunque son ellos los que
recortan, se embolsican, presumen y acuden a los entierros para
contribuir con unas lagrimitas o con unos gestos de dolor
considerables.
Yo no me creo nada, pero nada de nada y
sólo me viene a la mente una frase del malogrado presidente Chavez,
que decía, más o menos: ¡Iros al cajo todos!